Vídeo de la sesión:
Comenzamos el acto con una aceptable presencia de personas interesadas en el tema, con unas palabras de bienvenida por parte de la Profesora del Departamento de Teología, Ianire Angulo Ordorika, para presentar posteriormente al conferenciante, el Prof. Enrique Gómez García.
El Prof. Gómez, es profesor de Teología Dogmática en la Universidad de Salamanca, su tesis doctoral fue presentada en el año 2009 sobre el tema: “Humano sin mermas ni añadidos pero con concreciones":antropología mesiánica desde los pueblos crucificados en el pensamiento teológico de Jon Sobrino. Bajo la dirección del Prof. Jesús García Rojo. Universidad Pontificia de Salamanca.
El Prof. E. Gómez imparte clases de Sacramentología y Antropología, es autor de varios libros y artículos sobre su especialidad, y en la actualidad dirige la editorial “Agustinos”.
El Prof. E. Gómez inició su disertación con una hermosa cita de Charles Péguy “La pequeña esperanza”, extraída de un verso de este autor, que transcribimos por su belleza y oportunidad:
“Yo soy, dice Dios, Maestro de las Tres Virtudes.
La Fe es una esposa fiel.
La Caridad es una madre ardiente.
Pero la esperanza es una niña muy pequeña.
Yo soy, dice Dios, el Maestro de las Virtudes.
La Fe es la que se mantiene firme por los siglos de los siglos.
La Caridad es la que se da por los siglos de los siglos.
Pero mi pequeña esperanza es la que se levanta todas las mañanas.
Yo soy, dice Dios, el Señor de las Virtudes.
La Fe es la que se estira por los siglos de los siglos.
La Caridad es la que se extiende por los siglos de los siglos.
Pero mi pequeña esperanza es la que todas las mañanas nos da los buenos días.
Yo soy, dice Dios, el Señor de las Virtudes.
La Fe es un soldado, es un capitán que defiende una fortaleza.
Una ciudad del rey,
En las fronteras de Gascuña, en las fronteras de Lorena.
La Caridad es un médico, una hermanita de los pobres,
Que cuida a los enfermos, que cuida a los heridos,
A los pobres del rey,
En las fronteras de Gascuña, en las fronteras de Lorena.
Pero mi pequeña esperanza es la que saluda al pobre y al huérfano.
Yo soy, dice Dios, el Señor de las Virtudes.
La Fe es una iglesia, una catedral enraizada en el suelo de Francia.
La Caridad es un hospital, un sanatorio que recoge todas las desgracias del mundo.
Pero sin esperanza, todo eso no sería más que un cementerio.
Yo soy, dice Dios, el Señor de las Virtudes.
La Fe es la que vela por los siglos de los siglos.
La Caridad es la que vela por los siglos de los siglos.
Pero mi pequeña esperanza es la que se acuesta todas las noches
y se levanta todas las mañanas y duerme realmente tranquila.
Yo soy, dice Dios, el Señor de esa Virtud.
Mi pequeña esperanza es la que se duerme todas las noches,
en su cama de niña, después de rezar sus oraciones,
y la que todas las mañanas se despierta
y se levanta y reza sus oraciones con una mirada nueva.
Yo soy, dice Dios, Señor de las Tres Virtudes.
La Fe es un gran árbol, un roble arraigado en el corazón de Francia.
Y bajo las alas de ese árbol, la Caridad,
mi hija la Caridad ampara todos los infortunios del mundo.
Y mi pequeña esperanza no es nada más
que esa pequeña promesa de brote
que se anuncia justo al principio de abril.
(Charles Péguy, El misterio de los Santos inocentes)
Haciendo una clara referencia al hermano menor de la escatología.
En referencia al lenguaje utilizado por el pueblo sencillo, se ha necesitado concretar, visualizar y definir las ideas e imágenes, de tal manera que aparezcan abiertas, evocadoras y expresivas. Imágenes relacionadas con el horror y el pánico. Recogiéndose en los textos e iconografía personas deformes, atormentadas, en clara relación con el fuego y las llamas.
Seguidamente realizó un meticuloso y muy bien documentado recorrido histórico de la percepción que en cada época se ha ido teniendo de esta concepción escatológica, destacando entre las citas referidas; La visión de santa Perpetua y su esclava Felicitas en el s. III, la carta 55 de san Cipriano, considerada la primera referencia explícita de la realidad del purgatorio, la concepción de Cristo fundante de S. Agustín en los ss. IV-V, las aportaciones de Gregorio Magno y las misas gregorianas del s. VI, el purgatorio de S. Patricio del s.XII.
Frente a todo esto surge en el Concilio de Trento (1563) el decreto sobre el Purgatorio y más concretamente aparece el magisterio con postulados renovadores, señalando la necesidad de acudir a lo fundamental con sensatez y sobriedad: “Cuiden con suma diligencia que la sana doctrina del Purgatorio, recibida de los santos Padres y sagrados concilios, se enseñe y predique en todas partes, y se crea y conserve por los fieles cristianos; aquellas, empero, que tocan a cierta curiosidad y superstición, o saben a torpe lucro, prohíbanlas como escándalos y piedras de tropiezo para los fieles (DH 1820)”. Era algo que estaba en debate con los protestantes y con estas recomendaciones, se insiste en centrarse en lo nuclear con sensatez.
Muy importantes fueros las aportaciones de Y.M. Congar, al puntualizar que el Purgatorio no es un lugar, ni un lugar de tormento, tampoco es una sala de espera, sino que se trata de una experiencia personal y comunitaria de encuentro con el Último, que es único, que nos puede salvar y nos debe llenar de alegría y esperanza. Muy al contrario de las ideas reinantes de miedo y terror.
Toda esa pequeñez nos conduce a una hipotrofia sociológica y consecuentemente a una falta de credibilidad, de hecho R. Dawkins dedicó unas páginas con ironía en su obra “El Espejismo de Dios”, al tema del Purgatorio.
Esa pequeñez o carencia de densidad escatológica atribuida al purgatorio, induce a pensar que quizás no sea un tema de escatología, sino de otra parcela teológica. En este sentido, Juan Ruiz de la Peña describe cuatro postrimerías; Muerte, Juicio, Infierno y Gloria, cada una de ellas bien documentadas en las escrituras, donde curiosamente no se encuentran referencias al Purgatorio. Probablemente al hablar del Purgatorio, habrá que referirse al juicio. Incluso, en otros libros y textos el Purgatorio se trata como un apéndice, o se deja como un anexo al final del mismo. Lo que induce a pensar que el Purgatorio es algo penúltimo, algo pendiente de lo que va a suceder.
De nuevo el Prof. E. Gómez cita al Concilio de Trento y el Purgatorio en tres ocasiones, en el Tratado sobre la justificación. 1547 (DH 1580), situando al Purgatorio en una Teología de la gracia. El Purgatorio llegó a ser utilizado como un test, la “Prueba del algodón” para distinguir si eras católico o protestante. Por las diferentes concepciones que había entre ambos.
Desde la perspectiva ecuménica, hay que tener en cuenta lo cuestionado que ha sido entre los orientales, ortodoxos y protestantes, que han debatido y han puesto en cuestión la doctrina de la Iglesia católica.
Los orientales en el I Concilio de Lyon (1245) (DH838) creen en el Purgatorio, pero posteriormente en el II Concilio de Lyon 1274 (DH 856), no creen como los católicos. Los católicos utilizando un lenguaje jurídico, lo entienden como expiación de los pecados, mientras que los orientales entendían la justificación como divinización progresiva, rechazando el lenguaje latino. La Iglesia católica aprendió de los orientales, como quedó manifestado en el Concilio de Florencia (1445) (DH 1304), donde se asumía que el Purgatorio no es un lugar, sino un acontecimiento purificativo y el fuego no es ninguna pena. Se pudo comprobar que el magisterio supo rectificar algunas concepciones del tema Purgatorio, aprendiendo de los orientales, como se ha recogido en los distintos Concilios, Catecismo de la Iglesia Católica, etc. Benedicto XVI intenta explicar el significado metafórico de ese fuego. Se matiza bien la diferencia lingüística entre purga y purificación de la persona humana.
En este ámbito ecuménico, los protestantes aportan aspectos de interés. Lutero inicialmente acepta que hay sufrimiento de las almas, a las cuales hay que socorrer con ruegos, oraciones, etc. Es a partir de 1539 cuando escribe su retractación del purgatorio, por coherencia con sus ideas, la sola fe y la sola escritura. La idea del Purgatorio pone en entredicho que Jesús tenga suficiencia para salvarnos.
¿Qué aprende la Iglesia de este debate?, sobre todo a hacer Teología de otra manera, pasando de una Teología maximalista (con una idea previa, busco textos para fundamentar lo que pienso), a una Teología que surge de la Escritura, la toma como alma de la Teología, afirmando como Lutero que no hay ningún texto que nos hable del Purgatorio. Si admite que hay una base bíblica que nos posibilita entenderlo, muy enraizada con la tradición eclesial vinculada por una parte con los sufragios, oraciones y eucaristía por los difuntos y por otra una determinada comprensión del sacramento de la reconciliación y de la posibilidad de que cuando morimos no lo hagamos del todo puramente.
El fruto de este aprendizaje de la Iglesia se puede sintetizar en cuatro ideas: 1) Que solamente los puros pueden ver a Dios, 2) Dios no nos puentea, jugamos un papel en nuestra salvación, 3) Los cristianos estamos en comunión, velamos unos por otros, y 4) En vida optamos por seguir a Jesús o apartarnos de Él. Sobre estas ideas siempre hay “peros”. Porque hay que admitir que, en esta materia, nada es definitivo.
En el judaísmo se cita el pasaje de Lázaro como una creencia intermedia entre la muerte y la resurrección, que algunos autores defienden a capa y espada, no acorde con la tesis de Ruiz de la Peña que considera que no sería adecuado involucrar al Purgatorio con un estado intermedio. Planteándose la disyuntiva de aceptar una única o doble fase escatológica.
Hasta aquí todas las consideraciones relacionadas con “La pequeñez”
¿Estado intermedio?, cita versos de San Juan de la Cruz (Cántico espiritual), cuando nos habla de los purgatorios, de las noches oscuras de este mundo, parece expresar que hay un tiempo en la eternidad. Una cosa es como lo experimenta el hombre, como una dimensión física y otra como lo experimenta Dios (sin estructura espacio/tiempo), es un instante, es un momento, y es la eternidad.
Otro aspecto es la fe de la Iglesia, rezar por nuestros difuntos, celebrar la eucaristía por nuestros difuntos. Nuestra fe, no es descarnada, va junto a razones afectivas y teológicas, y es bueno acordarnos de nuestros seres queridos en la oración. Tenemos conciencia de que morimos sin haber desarrollado todo nuestro ser y aunque nos esforcemos mucho, ante Dios nos veremos impuros, deficientes y pecadores.
La muerte no destruye los lazos del amor y orar por los seres queridos es normal, y así en el encuentro con Dios, nuestros seres queridos se sienten acompañados por nosotros. No se trata de dar culto a los muertos, damos culto a los vivos, porque creemos en un Dios de vivos, por tanto, deberíamos rezar con nuestros seres queridos. La liturgia de los seres queridos se basa en la esperanza de la resurrección, aquí hay que situar la comunión de los santos. Destacado con claridad en LG.
Esta también el tema del perdón, no es simplemente que lo merezcamos porque Jesús murió en la cruz, la salvación es una gracia responsable, a la que el hombre responde a la gratuidad de Dios con una apertura sin límites.
Nos quedaría para finalizar, qué pensamos del hombre y qué pensamos de Dios. Lanza unas claves para su interpretación, desde el tema del juicio, desde el encuentro del Dios que da la vida, como decía Trento, acudiendo a lo nuclear:
- Superar nuestra lógica humana, olvidando las estructuras espacio temporales, en la trascendencia esto no existe.
- Asumir la lógica de la alianza-encarnación.
- Dejarnos iluminar por quien sabemos que nos ama, dejarnos iluminar por Él, vernos a su luz, una luz que nos hace valorar y aceptar lo que somos.
- Curtir nuestra experiencia con Dios, tal como lo hizo El, a través de Jesús de Nazaret.
Finalmente, el conferenciante fue respondiendo a distintas preguntas formuladas por los asistentes, entre las cuales se incluyeron las siguientes: ¿Hay matices diferenciales desde la perspectiva teológica latino-americana?, ¿Puede explicar las dos/una fase escatológica?, ¿Qué se entiende por el reato?, ¿Al morir qué pasa con los seres odiados, porque el odio es un sentimiento humano?, ¿Qué sucedería si quitásemos el Purgatorio?
Terminando el acto a las 21 horas, anunciando la próxima conferencia que tendrá lugar el próximo día 24 de enero de 2022, para finalizar con este Primer Ciclo.