Tercera Conferencia: Nos une un cielo para todos

Jue, 27/01/2022 - 17:45
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24/01/2022
Prof. Fermin Rodríguez
Prof. Fermín Rodríguez

Vídeo de la sesión: 

 

 

Siguiendo con la programación de la Cátedra de Teología, con la conferencia del lunes 24 de enero se dieron por finalizadas las actividades del Primer Ciclo de este curso 2021-22.

Presenta el acto: El Director de la Cátedra Prof. Serafín Béjar

Conferenciante: Prof. Fermín F. Rodríguez López

Abre la sesión el Director de la Cátedra con la presentación del Prof. Rodríguez: profesor de la Universidad Loyola, donde imparte enseñanzas sobre Teología dogmática, Sacramentos y Misterios de Dios. Es considerado un experto, por su trayectoria en investigación sobre “Diálogo cristianismo e islam”. Realizó su tesis doctoral en la Universidad Católica del Este de África, sobre el Tema: “Karl Rahnr: Eclesiología, punto de diálogo con tradiciones africanas. Bajo la dirección del Prof. Peter Ignatius Gichure. Su dilatada experiencia misionera en Zimbabwe, ha posibilitado que pueda hablar con solvencia sobre este interesante tema de reflexión.

Inicia su exposición con una introducción en la que aporta conceptos básicos para sus comentarios posteriores.

Mirar a otra vida es mirar a esta vida también, no solo al fin de la historia. Se trata de proyectar imágenes de fe, que son imágenes de esperanza. No se trata de conocer o saber, la esperanza es algo que está abierto. El cielo es en definitiva una imagen de esperanza, un horizonte que nos mueve, con un marcado carácter personal, que se consuma con el encuentro con Dios.  Pero, es un futuro que ya ha comenzado, con la Resurrección de Jesús. Futuro sin fronteras, de todos y para todos.

Con su experiencia personal, sus aportaciones en la literatura especializada y su investigación centrada en la espiritualidad en el continente africano, nos describe minuciosamente los aspectos más característicos de las religiones africanas, para ello nos narra un detallado perfil de la Cosmovisión Tradicional Africana, con diversos matices que incluyeron:

La centralidad de la vida. La vida es considerada el factor unificador de la comprensión de la realidad. Ser es estar vivo. La vida es sagrada. Procede de una fuerza vital (Dios) que es la piedra angular del pensamiento religioso africano. Toda la creación es narración de Dios. Toda la realidad tiene un sentido espiritual. Se reconoce la divinidad en todo lo creado.

La comprensión ecológica de la realidad. Existe una interrelación de todo lo creado, todo está en conexión y todo es armonía y relación. El universo consta de tres mundos diferentes: el espiritual, el de los seres humanos y el de la naturaleza. Toda criatura es dadora y receptora para el bien común. La espiritualidad es relacionalidad, es una forma de relacionarse con el universo y con toda criatura en particular. Es esencial el equilibrio de todo para todos. La humanidad tiene la responsabilidad de mantener el equilibrio de todo.

La familia. Pertenecer a la familia es ser. Al pertenecer a la familia, comunión y armonía están íntimamente unidas. La familia es el lugar donde la persona se hace. Todo individuo es un eslabón en la cadena de la Fuerza Vital. La familia no es el individuo, es la totalidad del clan.

Participación y corresponsabilidad. La familia es el lugar en el que el individuo encuentra su realización personal. Cada persona es un don insustituible para el clan. La persona tiene la responsabilidad de incrementar el don de la vida del grupo. La esencia de la comunidad africana se define por el principio de participación: bien común (Orobator, 2000).

UBUNTU: “Yo soy porque somos”. La persona es entendida en términos de relación, es “Relacionalidad”. Solo en relación con los otros se hace plena. Tú, en mí, y yo en ti. “Soy porque somos, y porque somos, entonces yo soy”. La mutualidad y solidaridad es algo intrínseco a la persona. El otro es don y oportunidad. Se logra así una superación de la competitividad.

Diálogo y Relación entre diferentes grupos humanos. Todo grupo humano es parte de un todo en el que las partes coexisten en mutualidad, complementariedad y solidaridad. La fortaleza del otro es mi fortaleza. Todo grupo humano tiene como vocación la existencia del otro. Es un diálogo orientado hacia una solución común. Una clave está en el consenso, la solución está en todos, es para todos y es de todos. Se logrará una solución más duradera.

El culto a los ancestros. Hay un continuo intercambio entre el mundo visible e invisible. Los ancestros son un pilar sobre el que descansa el clan. Su culto es esencial. Representan la unidad del clan. Son espíritus incorpóreos. Deben haber vivido ejemplarmente. Mantienen una estrecha relación con los descendientes. Ejercen y juegan un papel mediador con Dios. Los vivos deben seguir haciendo lo que hacían los ancestros para mantener el clan. Tienen un carácter sagrado. En ellos se encuentra su salvación. La interdependencia del clan, visualiza la interdependencia de toda la creación. El culto ancestral proyecta a una comunión universal. Apuntan a una única familia futura y presente a la cual todos pertenecen, unidos en complementariedad y solidaridad.

Con todo ello, se reflexiona a partir de la idea de que Nos Mueve un Futuro para Todos. Las imágenes de esperanza son invitación a actuar en la dirección del futuro prometedor. Esperanza radical de la que nada ni nadie está excluido. El ser humano tiene un destino común y solo alcanza su plenitud si se vuelca con los demás. El cielo tiene ya un inicio aquí, cuando se vive para los otros. Cuando se rechaza al otro se inicia su destrucción. El cielo es esperanza, don y tarea que requiere nuestro encuentro. El destino del ser humano está ligado al destino del universo. La expectativa de una nueva tierra, no debe agotar, sino estimular la solicitud por pertenecer a esta tierra. Supuesta la relación entre el mundo presente y el futuro, podemos rechazar dos posturas extremas sobre el alcance escatológico de la actividad humana: a) Un escatologismo radical que promueve una huida del mundo y rehusa participar del esfuerzo común por edificar la ciudad terrena y b) Un encarnacionismo, no menos radical, que identifica el progreso temporal con el crecimiento del reino, olvidando el carácter trascendental de la consumación de la historia.

La esperanza escatológica cristiana escoge un punto medio entre el espiritualismo dualista, para el que el mundo es malo y debe ser destruido y el materialismo monista que ve en el cosmos una fuente de progreso permanente e inminente y piensa en una humanidad prometeica capaz de llegar por sí mismo al vértice de su consumación. Frente a estas tesis, el mundo y el progreso no están consagrados a la destrucción, sino a una promoción y transformación. Frente a la utopía del progreso indefinido, el cristiano afirma que la consumación supera las espiritualidades inmanentes, porque es don de Dios. La esperanza en el más allá, no debe llevar a la facilidad ni a la indiferencia con respecto a este mundo y a la historia.

Cuando hablamos del más allá, lo que pretendemos afirmar es que la realidad en la que vivimos no se agota en aquello de los que tenemos experiencia y conocimiento y que subordinamos a nuestra acción. El mundo es una realidad abierta a una serie de posibilidades que en sí no posee sino que han de ser dadas.

Esta esperanza por otra parte, nos protege de esa experiencia de ausencia de sentido que conduce a la resignación y nos protege también de todo totalitarismo. Impide que un grupo de individuos reivindique para si el poder absoluto de forjar el futuro y reduzca a las personas a meros instrumentos. Nos libera en definitiva de todos los errores del totalitarismo que consiste en el hecho de que un grupo piense que puede hacer por si solo el total, pudiendo someter lo que opinen los demás.

La esperanza cree que la realidad última vendrá de Dios y únicamente de Dios. La mirada de futuro no debe desviar nuestra atención de las urgencias del presente. No nos exime de la responsabilidad histórica, sino que nos proporciona la necesaria libertad para obrar de un modo responsable en el mundo. Es la fuerza que pone en movimiento el compromiso.

Si la nueva Jerusalén viene del cielo, los materiales para su construcción se extraen de las canteras de la tierra. La esperanza de un cielo nuevo y una tierra nueva, ha de preocuparse activamente en la lucha cotidiana por la paz, la justicia y la integridad de la creación.

Es como decía T.R. Reppich “La resurrección aquí y ahora”

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